Os dejo con una interesante reflexión de Alex Perez, sobre las victorias y las derrotas, errores de concepto que se cometen, el valor justo que debe darse a cada situación, la importancia del entorno…¡No tiene desperdicio!
Hace unos días planteé un debate sobre la idea que me rondaba desde hacía semanas: ¿Se aprende más de las derrotas como nos han hecho creer, o de las victorias?
Hablé con entrenadores consagrados, con entrenadores de formación, con profesores/entrenadores, jugadores tanto profesionales como en formación…o sea a todo aquel que conocía lo asaltaba…usé las redes sociales para difundir la idea y crear el debate, y en estas líneas os dejo algunas conclusiones del debate y la reflexión, sin que dichas ideas sean más que mi reflexión sobre la idea, una vertiente nueva, que quizás debamos explotar.
Tengo dudas si debemos diferenciar entre el profesionalismo y la formación, puesto que el fin es el de aprendizaje.
Así que vamos con ello:
¿Cuál es el significado básico de ganar?
Ganar es superar obstáculos para alcanzar un objetivo, pero debemos tener mucho cuidado, puesto que el valor de la victoria no es, o al menos no debe, ser mayor que el valor del objetivo alcanzado, ahí debemos ser muy insistentes con los chicos, para ir encaminándolos a victoria como sinónimo de conseguir objetivos de logro (educarlos en ello).
Y al igual que en lograr la victoria, el lograr el objetivo puede no ser tan valioso como la experiencia que puede obtenerse del esfuerzo para superar los obstáculos que se presentan. El proceso, si trabajamos en él, debe ser más gratificante que la victoria en sí.
Si educamos en el hecho que es necesario tener obstáculos difíciles que superar, es fácil ver los verdaderos beneficios que se pueden obtener, cambia la percepción que tenemos del rival:
- El rival es quien pone los obstáculos, y por tanto coopera en nuestro aprendizaje.
- La competición es nuestro examen semanal.
Viéndolo así nadie es derrotado. Ambos equipos se benefician de los esfuerzos de unos y otros en poner los problemas. Los dos se hacen más fuertes y cada uno participa en el desarrollo del otro. Esta actitud puede causar muchos cambios en la forma en que enfocamos un partido: Se juega para ganar, pero ganar a nosotros mismos, en conseguir mejorar.
El partido en sí cambia:
Debemos jugar cada canasta para ganar. No nos debemos preocupar por ganar o perder el partido, sino únicamente por emplearnos al máximo en cada canasta/defensa porque ahí es donde reside el verdadero valor. Esforzarse al máximo quiere decir concentración, determinación, disciplina y confianza por tanto requiere el máximo esfuerzo mental y físico.
La competición es parte pues del proceso de aprendizaje y la cooperación del rival es fundamental.
Hace poco corrió por las RRSS una frase del mítico entrenador, Bobby Knight <<La mayoría de personas tienen el deseo de ganar, pero muy pocas tienen el deseo de prepararse para ganar>>.
En esta frase tan simple y profunda planteamos la preparación para ganar:
Hay una gran diferencia entre preocuparse por ganar y preocuparse por hacer el esfuerzo necesario para ganar.
Si sólo nos preocupamos por ganar, estamos pendientes de algo que no podemos controlar, el rival juega, incluso la suerte juega. Esa implicación emocional en unos resultados que no podemos controlar, puede desembocar en ansiedad, en presión.
Atendamos pues a aquello que sí podemos controlar que es el esfuerzo que empleamos para ganar. Hacer lo mejor posible en cada momento. De esta forma, la energía que, de otra manera, habría sido consumida por la ansiedad y sus consecuencias, va a poder ser usada para ganar cada momento del partido.
Jugamos, competimos contra nosotros cada segundo del partido.
¿Qué pasa cuando se gana?
La situación de victoria produce un clima en el equipo de euforia, de confianza, de creer que estamos haciendo las cosas bien, el entorno que tanto influye está calmado.
Si conseguimos aprovechar esta situación, si conseguimos invertir el mismo tiempo en el estudio de la victoria que en el de la derrota (hablo siempre de nuestro equipo), ¿qué pasaría?
Tenemos que tener cuidado siendo muy objetivos, nosotros debemos conocer la situación, el clima del equipo, pero a la hora de reflexionar, debemos ser muy sinceros, críticos y evaluar aquella victoria o derrota (Buena derrota, mala victoria –idea de Txema Castro-) con total imparcialidad emocional.
Victoria, derrota en formación:
El tema de victoria y derrota sé que es ambiguo en formación, pues una buena derrota (conseguir los objetivos de logros marcados) o una mala victoria (no conseguirlos), podrían formar parte de nuestro marcador particular, pero perderíamos la acción emocional que os comentaba al principio.
Deberíamos tener un equipo y un entorno (qué importante el entorno…) muy maduro para conseguir regirnos por objetivos de logro, frente a marcador.
La derrota nos saca las deficiencias que tenemos de una forma muy clarividente, para sacar conclusiones de la victoria necesitamos un mayor esfuerzo, pues estamos acostumbrados a buscar lo “malo” frente a lo “bueno”.
Lo que pretendo es buscar acciones a imitar. Crear una estructura sólida que nos aporte unas herramientas de actuación. Potenciar lo que deseamos. Potenciar la confianza, hasta el lenguaje corporal de nuestros chicos, así que cambiemos el chip:
¿Y tú quieres aprender perdiendo o ganando? YO SIEMPRE GANANDO. Y SI NO PUEDO, PUES APRENDERÉ DE LA DERROTA.
Origen: ¿Se aprende más de las derrotas, o de las victorias? – EntrenaconAlexPerez.com
¡1, 2, 3...P.A.R.E.D.!
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